sábado, 20 de agosto de 2011

"Espartaco" de Stanley Kubrick


Hace muchos años leí el libro de "Espartaco" escrito por Howard Fast. Lo que más recuerdo del libro aparte del tremendo castigo que era la vida de un gladiador es la reflexión constante que se repite en el libro. La lucha de la libertad individual frente a una sociedad opresora y el tremendo coste de la lucha por la dignidad.

En la película el tema de la humanidad de los personajes es clave. La relación entre Espartaco y su amada aparte del hermoso leitmotiv musical es una de las pocas cosas bellas que deja ver la película. Porque en medio de la violencia, de la lucha, de la humillación hay un rayo de luz en el amor que se profesan dos personas. Y es a través de ese sentimiento como finalmente Espartaco es liberado de sus cadenas. No es la muerte la liberadora final, sino el saber que su hijo ha nacido libre. Uno de los mejores finales de la historia del cine en mi opinión.

La película tiene momentos brillantes (¿cómo enumerarlos todos?: la escena del baño entre esclavo y maestro, la lucha final de los gladiadores, la escena de la lucha entre Espartaco y el esclavo negro... etc, etc) pero adolece de cierta irregularidad. Con momentos de máxima acción y diálogos brillantes y otros que podría perfectamente haberlos borrado sin que la trama desmereciese un momento. La larga marcha de los esclavos hacia el mar, por ejemplo, es bastante larga y llena de detalles insignificantes.
A pesar de todo, es la película sobre la esclavitud en Roma que creo está mejor tratada. No sólo por las interpretaciones, sino por lo profundos y directos discursos de sus personajes.


Aunque hay que tener en cuenta que el escenario de Roma no es lo importante a la hora de contar esta historia, ni en el libro ni en la película. Lo trascendente son los temas que se tratan en una historia sobre esclavos que sufren sometimiento, indignidad, humillación... y el liderazgo de un hombre inteligente y rebelde cuyo espíritu nunca llegaron a someter. Él conduce a otros hombres y mujeres a proclamar al mundo su dignidad y su derecho a elegir por sí mismos.
Espartaco es una película que tiene un espacio en la historia del buen cine. Y si alguien no la ha visto le recomiendo fervientemente que la vea. Algunas de sus escenas quedarán por siempre en su retina.
Destaco, por poner un ejemplo, el pasaje donde a Espartaco le llevan a su cuarto a quien en el futuro será su esposa. Sus amos le miran a través de barrotes como a un animal, convirtiendo la intimidad en un espectáculo donde ni el deseo ni el amor ni el sexo pueden ser un acto privado. Y que acaba con Espartaco gritándoles que él no es una bestia, aunque le tratan como tal.

Quedan tratados de manera superficial pero con gran fuerza narrativa otros temas, como la corrupción en la política, el belicismo, la sexualidad, la riqueza, la hermandad...

“Mi nombre no te importa. Ni a mí el tuyo tampoco. Los gladiadores no tenemos amigos. Un día podemos salir a la arena, y tendré que matarte”

No hay comentarios:

Publicar un comentario