lunes, 11 de marzo de 2013

"Argo" de Ben Affleck



Esta no es la típica película sobre un rescate. No es la típica película sobre la CIA y sus misiones especiales en el extranjero. Argo es esto y es mucho más.

Nos sitúa en Irán, un país convulso, víctima de su propia revolución y hervidero de un odio hacia lo occidental al culparles de haber sostenido al Sha y haberles oprimido bajo el yugo de la pobreza, el hambre y la pérdida de sus propios valores culturales. El hecho de que EEUU acoja al depuesto Sha es la gota que colma el vaso para una sociedad iraní marcada por las cicatrices del pasado.



Y en medio de esa olla de presión, donde el sistema político está totalmente desbordado es cuando una embajada estadounidense es literalmente tomada por una multitud furiosa de iraníes. Sólo un puñado de trabajadores americanos consigue escapar y refugiarse sin ser vistos en casa del embajador de Canadá. Y es en medio de este rompecabezas donde Argo se presenta como posible plan de rescate.

La locura dentro de la locura. Eso es Argo. ¿Una película de ciencia ficción rodada en un Irán que se muestra totalmente hostil a todo lo que huela a extranjero? ¿Puede haber algo más occidental que una película de marcianos, naves espaciales, y mundos inexplorados? ¿Qué loco se iría a buscar exteriores a Irán? ¿No le sirve Turquía o Marruecos?

La película a partir de aquí homenajea ¡y de qué manera! a Hollywood. A la industria de sueños. No obvia los entresijos económicos y de intereses, pero si muestra personajes que conocen cómo mover los hilos y que hacen posible que películas aparentemente sin sentido cobren vida para el regocijo de sus seguidores. Affleck tiene una mirada muy limpia. No juzga, sólo enseña lo que pasa y deja que el espectador saque conclusiones.

Pero no representa únicamente el cine la vía de escape de unos norteamericanos de Irán. Es también el vínculo de unión entre un padre absorvido por su trabajo y un hijo pequeño obsesionado con La Guerra de las Galaxias y Galactica. La imaginación y los cuentos ya sean medievales o espaciales unen la infancia con el mundo de los adultos y son una maravillosa forma de comunicar valores, experiencias y de entretenernos a la vez.

En un mundo real donde la guerra, la violencia y el sinsentido pueblan por sus anchas, es un respiro encontrar algo fantástico, donde el bien está definido, donde todos sabemos quién es el malo y después de muchas desventuras todo llega a un hermoso y grandilocuente final. El orden vuelve al universo y el héroe y la heroína pueden disfrutar de sus vidas hasta el final de los tiempos... cuando el mundo es mediocre sólo la fantasía y la imaginación pueden auparnos hasta el cielo. Literalmente.

El rescate de los norteamericanos se enmarca en la creación de una película de ciencia ficción. A partir de ahí la película alcanza una tensión narrativa muy importante y que está soberbiamente narrada. Y cada situación que nos enseña en Irán sabemos que posiblemente ocurrió o podría haber ocurrido. Todo el plan es una locura... pero una locura que sabemos que puede funcionar precisamente ante el absurdo que plantea.
Muchas veces la vida es el mayor absurdo de todos y sabemos que la película está basada en hechos reales. Eso dota a toda la cinta de una gran fuerza.  Por ello hasta el último respiro no sabremos qué pasa en esta aventura, que va mutando conforme avanza la cinta. Es cine de rescate, cine sobre el cine, cine de espias, un thriller potente... Y ese es uno de los grandes aciertos del film junto a su soberbia ambientación y su gran credibilidad.

"Creo que mi pequeña historia es lo único que hay entre ustedes y una pistola apuntando a sus cabezas"