lunes, 27 de agosto de 2012

"La Historiadora" de Elizabeth Kostova


Drácula. El vampiro más famoso de todos los tiempos. La representación de un mal de origen sobrenatural capaz de evadir la muerte. Poderoso pero con debilidades que permiten vencerle a través de la superstición y las armas de la fé.

Lo interesante de "La Historiadora" es quizás la perspectiva desde la cual se ha enfocado. El libro no se centra en el mito vampírico aunque tampoco renuncia a él, es más, hace contínuas referencias a Stoker y todos los clichés del vampiro (agua bendita, cruces, estacas en el corazón, etc). 


Pero el punto de origen es el personaje histórico. El origen del propio origen del mito. Vlad III el Empalador, señor de Valaquia. Un hombre terrible como tantos otros que nacieron y murieron en el medievo, rodeados de enemigos, criados en la guerra y en las torturas y envueltos en una cultura supersticiosa y cruel.

Se nos representa la búsqueda del hombre que existió. Del hombre de carne y hueso cuyo recuerdo se entierra en los misticismos de la Europa que está en contacto con Oriente. Aquella que nos es familiar y la vez terriblemente ajena. La novela se centra en como los historiadores navegan por bibliotecas, buscando referencias, contactando con colegas que les ayuden. Toda esa parte de investigación es quizás la parte más verídica y más distinta a otras novelas que se han acercado a Drácula.

También es cierto que "La Historiadora" carece en muchos momentos de la tensión narrativa y del buen hacer que en ese sentido tenía el libro de Stoker. Flaquea de una cierta irregularidad y de no vestir al mito del vampiro con la furia, maldad y fuerza con que otros escritores sí han sabido revestir al vampiro.

Es decir, funciona a las mil maravillas en toda su parte más realista. Se nota que la escritora conoce el mundo de la investigación histórica y sus descripciones de los metodos, la forma en que hace avanzar la trama resulta sumamente creíble y está llena de datos curiosos sobre la historia de Rumania, Transilvania, Hungría y el Imperio Otomano.

Pero cada vez que los elementos esotéricos, que el espíritu del demonio, del No-muerto se hace presente en las páginas de "La Historiadora" la narración no llega a paralizar al lector. Las brisas espectrales no nos sobrecogen y la sonrisa sardónica del vampiro no se ve reflejada en nuestras pesadillas. 

Una lástima que en ese sentido sea incapaz de llegar a las buenas páginas de terror victoriano de Stoker o a las imágenes del cine de Lugosi o Lee con su Drácula más vivo que los propios vivos, lleno de vitalidad, maldad y sensualidad. Haciendo que el espectador desee en muchos momentos que triunfe el vampiro y éste consiga la legión de seguidores (y seguidoras) que desea...



"Mi querido y desventurado sucesor: seas quien seas,…"

2 comentarios:

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  2. Hola, muy válida tu apreciación pero, desdemi punto de vista esa perspectiva tan realista es lo que más te atrapa, ya que lo muestra como algo "creíble", de verdad te imaginas recorriendo Estambul y escondiendote del vampiro en Santa Sofía.. De todas formas es mi apreciación personal.

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